Crecer juntos

Mucho antes de que se convirtieran en la pasión que hoy representan y fueran parte de mi manera de vivir y de entender el mundo, yo ya coqueteaba con las plantas.

Me acuerdo de que en casa de mis padres siempre hubo libros acerca de plantas medicinales y que mi padre acomodaba esos libros sobre una estantería que, pese a no estar colocada a demasiada altura, para mí resultaba entonces inaccesible. Él no sabía (o quizá sí), que al transformar esos libros en algo inalcanzable para una niña pequeña, lo estaba convirtiendo ya en una aventura para mí. Aventura que comenzaba justo en el momento en que yo colocaba una silla a la que trepar para conseguir aquellos tesoros.

Jamás me prohibió tocar sus libros.
Y tampoco me obligó a leer ninguno.
La curiosidad y los equilibrios sobre una silla hicieron el resto. 
Buena jugada.
Así que, mi amor por la literatura y mi pasión por la naturaleza no encontraron ningún obstáculo para crecer, juntos y por separado.
Y han dado sus frutos.